El Discurso de Odio es un problema global que afecta a todas las regiones y culturas del mundo. La proliferación de la tecnología y las redes sociales ha permitido que el Discurso de Odio sea difundido de manera masiva y rápida, generando consecuencias graves en la sociedad, como la incitación a la violencia, el fomento de la discriminación y el debilitamiento de los valores democráticos.
La regulación del Discurso de Odio no implica limitar la libertad de expresión, sino establecer límites a la misma, a fin de proteger otros derechos fundamentales, como el derecho a la dignidad, la igualdad y la no discriminación.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), han identificado al Discurso de Odio como un obstáculo para el desarrollo sostenible y la promoción de la democracia y la tolerancia, que debe ser abordado.
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