Director y co-fundador de Alados -Corporación Colombiana de Documentalistas-, Ricardo Restrepo, es uno de los evaluadores internacionales que estuvo presente en el concurso Fondo CNTV 2012, específicamente en la categoría No Ficción.
En esta entrevista, nos habla de la importancia que tiene el Documental como género, su poca salida en televisión y la relevancia del Fondo CNTV para su realización.
-¿Cuál es la importancia del documental cómo género para la sociedad? Específicamente en el caso de Colombia y Chile ¿Cuál es su valor?
La importancia del documental para una sociedad está en que no solamente interpreta distintas realidades, sino que también es la manera de relacionarse con ellas. Por ejemplo, dentro de los subgéneros del documental se encuentra el social, el de corte político o el ambiental, y todos tratan de ver lo que está pasando con el entorno para conocerlo mejor y mejorarlo.
Es una manera de entenderlo, sobre todo en los países que tenemos conflictos internos. El documental permite conocer la mirada del otro, teniendo en cuenta que no es un punto de vista tan objetivo. En el documental, sobre todo en el de autor que es el que yo manejo, conozco y me gusta, el punto de vista es del realizador o realizadora. Entonces es sesgado, subjetivo, una interpretación. Y a uno como espectador le permite ver ese y otros puntos de vista. Es el instrumento preferido entre los audiovisuales para abrir la mente y el conocimiento.
-En Chile los documentales tienen muy poca cuota de pantalla. Con sus categorías No Ficción y Apoyo a Documentales ya realizados, el Fondo CNTV le entrega un espacio al género. ¿Qué opina de esto? ¿Cuál es la realidad en Colombia?
El cuello de botella del género es a nivel mundial. Por un lado están los canales temáticos de documental que modelaron el estilo documental que el público quiere ver teniendo una salida segura en la medida que son producciones in house (hechos en casa) que cumplen con ciertos patrones y requisitos de contenidos, sobre todo, y de forma, que les asegura un rating. El problema es que no hay suficientes canales dispuestos a apostar a la emisión de documentales independientes, que no estén en los formatos de Animal Planet, Discovery o Natgeo. La gran mayoría de los documentales que hablan sobre interpretación de realidades y crítica política social, tienen salida en Festivales y de pronto si es que tienen amigos, en algún canal privado.
Entonces, en nuestros países, por ejemplo, la apuesta la hace la televisión pública y yo aplaudo el interés del Consejo Nacional de Televisión de Chile y otras entidades a nivel latinoamericano que apuestan a esta posibilidad. Creo que el esfuerzo de los Estados es de asegurar que esa financiación que está muy bien que la den, tenga una salida de parrilla, sobre todo principalmente en sus canales nacionales públicos, ya que la función de estas entidades es animar la cultura y animar la diferencia de opiniones.
En el caso colombiano, lo que puedo decir es que ha habido un esfuerzo en los últimos 10 años por parte del Estado y de las entidades de los distintos distritos de buscar esos espacios. Existen franjas de parrilla dedicadas al documental. Y esto pasa también en los privados. Pero estamos lejos de un punto en donde la producción nacional genere la discusión necesaria.
-¿Qué opina del Fondo CNTV? Específicamente de la categoría No Ficción, que es la que usted evaluó.
Tuvimos el privilegio de evaluar 18 proyectos de serie documental y al igual que en Colombia, lo que preocupa es lo que se entiende por documental, tanto al nivel de la convocatoria como de los convocados. Y creo que esto se debe a la dualidad que hay en el llamado del Estado a una producción que sea entretenida, tenga contenidos profundos, culturales particularmente, con los estándares de calidad necesarios para una emisión nacional e internacional. La confusión está en el término entretenimiento.
Está justamente en boga la televisión factual entertainment, que es una producción ligera, amable con el espectador, que tiene amplia aceptación en el público y en los canales. Cuando llegan las evaluaciones, lo que uno ve en su mayoría es un contenido interesante, pero bastante digerible. Entonces, hay muchos temas que yo no entendería por documentales.
Como jurado calificador, la responsabilidad es grande de decidir junto al resto de los colegas, cuál merece ser expuesto ante el público y cuál de pronto necesita más apoyo en la escritura o en la investigación.
Todos coincidimos acá en que los proyectos que fueron escogidos van a ser grabados con un fuerte compromiso de los realizadores, son trabajos que cumplen con los parámetros exigidos por el CNTV y tienen definitivamente mucho más que aportar para el público chileno en el sentido de contenidos, y contenidos de calidad.
Entonces ¿Qué es lo que entiende usted por documental?
Lo que yo entiendo por documental y que es complicado para una serie, lo admito, es que es muy honesto en el sentido de que no hace concesiones comerciales ni de entretenimiento, en el sentido de que sí, es interesante para el público, pero no significa ceder ante el contenido.
El documental, a mí parecer, es que es un ser vivo; lo terminas y tiene vida propia. Sólo por hablar de un ejemplo chileno, toda la serie documental de Patricio Guzmán hoy en día es absolutamente contemporánea, 20 años después de su realización. Entonces creo que la característica principal es esa permanencia en el tiempo, de manera que cuando se presenta, no importa el lugar, provoca reacciones, buenas o malas, y genera discusión. Cuando no sucede eso, digamos que fue sólo un buen esfuerzo.
¿El problema de los proyectos estaría siendo el tema?
No es el tema, porque fíjate que si tú haces un programa de gastronomía a nivel nacional en Chile, y te centras en el pastel de choclo, por ejemplo, detrás del plato puedes generar una cantidad de discusión que no sólo está centrado en si se le pone sal o pimienta o se cocina hace dos o tres años. O prefieres irte a la historia del maíz y que pasó durante la Conquista, después con la República, en fin. Hay muchas posibilidades. Entonces no es que el tema limite los contenidos. Es la manera cómo se tratan, cómo se abordan y el compromiso que tengan los documentalistas con ellos mismos.
-¿Por qué es tan importante que exista este apoyo al género documental?
Sin los apoyos del Estado sería muy difícil que cualquier intención de una serie o unitario documental sea posible. Los canales comerciales privados, por lo menos en Colombia, tienen un interés en fomentar y producir documental, lo que pasa es que y con toda razón ya que es parte del negocio, uno como realizador está supeditado y casi que obligado a llenar requisitos de pantalla como son contenido, forma, duración, etc., por lo que solamente quedan dos opciones de financiación. Una que son los estímulos estatales y la otra que son los dineros internacionales dedicados a promover el documental por lo menos en América Latina. Entonces, sin este recurso, sería si no imposible, muy complicado llevarle al público una visión distinto al que ofrecen los comerciales. He ahí la importancia.
-¿A qué atribuye que los canales se la jueguen tan poco por este género?
Ese es un tema que se ha discutido largamente en distintos países y con los canales presentes, tanto del Estado como privados. Para el canal privado el tema es rating y que tienen una pauta que deben cumplir. El canal público, tendría más libertad en el momento de definir su parrilla, privilegiando, en teoría, los contenidos culturales.
Dentro de los canales públicos existe igualmente el temor de que cuando se les menciona el documental, lo relacionan con algo aburrido, largo, en blanco y negro, temas sociales muy pesados, política, en fin.
Es más fácil o menos comprometedor pasar documentales que se acercan más al estilo magazine, que al de autor. Mi perspectiva, como presidente de la Corporación Colombiana de Documentalistas, es lograr ese espacio en las televisiones nacionales, pero también consolidar una red latinoamericana que permita la circulación de estas obras.