Conversamos con Cristián Leighton, director del próximo estreno de serie documental CNTV “Mi familia chilena”, ganadora de un Fondo CNTV 2016.
Desde un hombre adoptado que creció en una isla italiana y se encuentra por primera vez con su madre biológica en Talca, hasta una joven con sangre mapuche que nunca había salido de Suecia y llega a la región de la Araucanía, “Mi familia Chilena” transita por diversas historias y paisajes, “convirtiéndose en la voz de procesos migratorios que llevaron a nuestros protagonistas a tener una vida completamente diferente de la que habrían tenido si sus ancestros no hubieran buscado un futuro mejor lejos de Chile”.
¿Por qué es necesario hoy un programa como este en televisión abierta?
Porque propone una forma de producir y hacer televisión con sentido público y crítico. Por otro lado, son propuestas que en contenido y forma permanecen en el tiempo, y se alejan de la televisión que aborda la realidad desde la mera coyuntura.
La reflexión que proponemos no se cierra con conclusiones tajantes. La base, es que en cada capítulo que conforma la serie, ofrecemos lecturas diversas de la realidad.
La TV abierta chilena aborda preferentemente la realidad sin dar espacio a la reflexión sobre el país y el mundo en que vivimos.
¿Alguno de los casos que veremos que les haya emocionado especialmente?
Son historias diferentes y que reflejan experiencias de vidas que asombran. Como la del chileno que salió de niño hacia Colombia producto de la crisis de 1973 en Chile, y que decide venir al país donde nació. Hoy lo hace producto de la crisis que se vive en la frontera entre Colombia y Venezuela. Él decidió (después viajar a Chile y de “reconocer” a su familia chilena), volver a establecerse e inmigrar a nuestro país. Un país donde nació que le es extraño y diferente al que le contaron sus padres, pero es su país también.
¿Cuánto tiempo toma realizar una serie documental de estas características?
Las series documentales implican un enorme trabajo de investigación y preproducción. Y en este caso, fue doble. Por un lado, investigar la realidad de nuestro protagonista en el país donde ha crecido y vivido, y por otra, preparar su viaje en Chile. Cada capítulo son dos esfuerzos de producción y coordinación inimaginables.
¿Por qué dirías que tienes el constante interé como realizador, en desarrollar temas de pertenencia, migración e identidad?
Siempre me ha interesado el “encuentro de los mundos”, por llamarlo de alguna forma. Es decir, lo que ocurre y lo que significa el encuentro/desencuentro de las diferencias, sean culturales, geográficas, lingüísticas, etc. La identidad me interesa en el sentido de qué es una pregunta, una noble pregunta, muchas veces íntima y de la cual nos cuesta hablar. Entonces son temas que te hacen derivar, preguntarte, y no imponer ventanas y respuestas unívocas al mundo.
En ese sentido y desde tu primer programa relacionado al tema, teniendo en cuenta la composición de nuestro Chile actual, cómo ha variado “el sentido de familia como principal eje de la base afectiva que el ser humano necesita para lograr una integración de sus orígenes”, tal como describen entre los objetivos a retratar con esta serie.
El sentido de familia es una búsqueda y una certeza al mismo tiempo. Natalia Ginzburg, filósofa y a propósito del tema de las adopciones en el mundo (tema que trabajamos ahora), señala que todos construimos un mapa familiar, un árbol. Lo necesitamos para ubicarnos en el espacio y el tiempo. Desde ahí se construye tal vez un “derecho afectivo”, el derecho a tener una historia propia, un cierto orden, doloroso y/o placentero, pero que vamos conformando durante la vida entera. Respecto a la experiencia misma con esta serie, recuerdo a Michelle Paine de Suecia, quien vino para conocer a su familia mapuche. Creo que a sus 18 años ella no entendió lo que estaba viviendo, pero no importa, podrá comprenderlo mejor después, quizás muchos años después. Su silencio es elocuente. Simplemente asumió que tenía una historia en Chile. De alguna manera, vino a habitar esa historia, a ocupar un lugar, y desde ahí el tiempo dirá qué sentido tiene ese lugar para ella.
En cuanto al formato y factura de la serie, ¿cómo llegar a una audiencia joven?
El tema de las audiencias es un tema complejo a estas alturas y en el contexto de la distribución actual de contenidos, sinceramente mientras más sabemos del presente menos sabemos sobre el futuro de las audiencias. Apuntamos a todo el grupo familiar sin duda, e intentamos poner una mirada luminosa sobre las cosas, pero lo que más hacemos, es apelar a la dignidad de los espectadores, a su inteligencia y sensibilidad.
Y en esto el género documental sigue más vigente que nunca como se observa en Netflix y otras nuevas plataformas. El documental permite decir las cosas de una manera en que nadie más lo dice, combinando lo lúdico, la profundidad, la magia y la honestidad. Este puede tocar el corazón de ancianos y niños.