- La desinformación se ha convertido en un fenómeno que preocupa a las democracias del mundo por su impacto en la opinión pública.
- La literatura internacional recomienda acciones desde toda la sociedad para enfrentar este fenómeno creciente.
El departamento de Estudios del Consejo Nacional de Televisión hizo público un estudio bibliográfico sobre la desinformación. El tema ha adquirido enorme relevancia debido a la explosión de publicaciones originadas a partir de las redes sociales.
El documento parte realizando una distinción entre la información errónea, la desinformación y la información maliciosa. Según la literatura consultada, la desinformación estaría caracterizada por el ánimo de dañar deliberadamente a una persona, grupo social, organización o incluso un país.
“El auge de las redes sociales facilita la circulación de mala información. Tanto la información falsa como la desinformación y la información maliciosa pueden ser dañinas al incidir en la capacidad de las personas para debatir temas y tomar decisiones sobre supuestos verdaderos”, señala el informe publicado por el dpto. de Estudios del CNTV.
El estudio señala que el uso de Internet ha tendido a reforzar la tendencia de las personas a buscar personas afines a sus creencias. Esta tendencia en Internet, que se ha llamado “burbuja de filtro” o “cámara de eco”, puede reforzar puntos de vista “tribales” y polarizar opiniones.
“Otro desafío para la democracia se encuentra en el corazón del modelo comercial de Internet, que se basa, casi exclusivamente en la publicidad”, indica la investigación. Así, “la experiencia ha demostrado que el contenido más llamativo en Internet suele ser el contenido más franco, más ofensivo o extremo”.
Según los investigadores del dpto. de Estudios del CNTV, “los esfuerzos regulatorios han obviado la vinculación entre la desinformación y la posibilidad de dirigir la publicidad en Internet a determinados sectores y actores”.
¿Cómo enfrentar la desinformación?
Para detectar la desinformación se sugiere: verificar qué dicen otras fuentes sobre los mismos hechos informados; identificar quiénes son los responsables del contenido; identificar las plataformas que la difunden; verificar si la información es una opinión o se respalda en hechos y verificar la fecha de publicación.
Esto, sin duda, son recomendaciones útiles para la ciudadanía, pero ¿qué rol cumple el Estado? Según el documento mencionado, el Estado tiene un rol central tanto en la generación de políticas públicas para enfrentar el problema, como por su posible responsabilidad como autor o promotor de desinformación.
La Declaración Conjunta de los Relatores de Libertad de Expresión (2017) señala que los funcionarios públicos tienen la obligación de proveer información veraz a la ciudadanía. A su vez, los estados deben generar condiciones para evitar obstruir la libre circulación de ideas. Este es un tema complejo, debido a que los estados deben enfrentar el desafío de propender a un equilibrio entre la protección de las libertades de expresión y prensa, con la estabilidad política de los países.
A nivel internacional, desde 2016, han surgido múltiples iniciativas parlamentarias que tienden a criminalizar el fenómeno y aquellas que apuntan a establecer la responsabilidad en las empresas en donde circulan estos contenidos. El problema suele ser la definición misma de desinformación. En Singapur y Rusia hay persecución penal contra quienes difunden noticias falsas. En Alemania se regulan los discursos de odio, discriminaciones y fake news. En Francia se regulan las informaciones en periodos electorales.
El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos establece un test tripartito para determinar la legitimidad de las restricciones a la libertad de expresión para evitar la desinformación, según las fuentes del estudio. Este test consiste en verificar que cualquier restricción esté prescrita por ley; que sea proporcional a la amenaza específica y que sea introducida sólo cuando sea necesaria para proteger otros valores fundamentales.
Entre las iniciativas que pueden emprender los medios de comunicación se cuentan, la formación de los profesionales de la comunicación para que puedan detectar informaciones falsas. También se consideran las iniciativas de chequeo de datos, o fact checking, que permite contrastar hechos, especialmente importante en periodos electorales.
Las empresas de Internet también tienen un rol relevante. Entre las medidas que se han identificado para enfrentar el fenómeno de la desinformación se cuentan: la implementación de planes y programas tendientes a alertar y empoderar actores para detectar fake news; la promoción de información sobre el fenómeno en sus plataformas y el desarrollo de tecnologías que permite detectar movimientos inusuales de usuarios y cuentas fraudulentas para que las puedan informar a los usuarios. Las empresas de Internet habían sido reticentes a asumir un rol en la determinación de contenido veraz, hasta la llegada del Covid-19, lo que facilitó que Facebook, Twitter y Youtube asumieran compromisos contra la desinformación.
Conoce mucho más sobre este tema en el estudio “Desinformación” realizado por el departamento de Estudios del CNTV.