Nota publicada en Diario Universidad de Chile.22.09.19
Actualmente, las producciones infantiles en televisión abierta alcanzan el 0,9 por ciento del total de programas emitidos. Ante ello, los expertos señalan que es necesario revisar el modelo que rige la televisión nacional. Por otro lado, sostienen que es necesario retomar el debate respecto del canal cultural anunciado en 2015.
Abril Becerra y Claudia Carvajal. Sábado 21 de septiembre 2019 9:48 hrs.
Sábado por la mañana. Al recorrer los canales de la televisión abierta encontramos diversos programas de viajes y, en solo uno de ellos, se transmite un programa educativo pensado para niños, pero orientado específicamente a pre escolares. Se trata de “Cantando aprendo a hablar”, espacio creado para estimular el desarrollo del lenguaje.
A la semana siguiente, el panorama es prácticamente el mismo: programas de cocina, viajes, reposiciones de antiguos capítulos de “El Chavo del Ocho” o antiguas animaciones de la BBC constituyen la parrilla en las pantallas chilenas.
Esto da cuenta de que en su gran mayoría la televisión abierta no cuenta con programación destinada a los menores de edad, mucho menos se transmite contenido nacional orientado a los niños y niñas.
Según encuestas organizadas por el Consejo Nacional de la Televisión (CNTV), los niños y niñas tienden a ver programación que no está dirigida a ellos, sino a un público juvenil y adulto. De esta forma, se transforman en grandes consumidores de la televisión abierta, incluyendo los noticiarios, aunque esto por lo general lo hacen en compañía de sus padres.
El estudio de consumo audiovisual de los niños, visto por sus padres, señala que “los datos de consumo efectivo, medido por el People Meter, muestran que los niños y niñas hasta 12 años ven más televisión de pago que abierta. Entre adolescentes, la proporción se iguala. Sin embargo, en volumen de consumo, los Anuarios de Oferta y Consumo (CNTV) muestran un progresivo abandono de parte de niños y adolescentes, de estas ofertas televisivas y esta encuesta confirma su desplazamiento hacia los dispositivos móviles y el consumo de streaming”.
Para Catalina Parot, presidenta del CNTV, lo más llamativo de esta situación es que “los padres señalan en una amplia mayoría que no saben lo que están viendo hoy día sus niños en televisión o en otros medios que transmiten contenido audiovisual”.
“El gran problema que tenemos hoy es que realmente la producción de contenidos infantiles es casi nula, es de un 0,9 por ciento. ¿Dónde están viendo los niños el contenido? En la televisión por cable o en Youtube y en general se trata de contenidos que vienen envasados y muy alejados a nuestra realidad e identidad”, aseveró Catalina Parot.
Al observar esta situación, la presidenta del CNTV también analizó el rol que ha jugado la televisión en los últimos años. “Quisiera destacar varias cosas: primero la importancia de la televisión, no solo como modelo de negocios, sino que también por la responsabilidad social y cultural que ella tiene debido a su alta penetración. Según nuestras encuestas, la mayoría de los hogares chilenos tienen más de dos televisores. Además, los adultos ven más de cinco horas de televisión por día, es decir, hay una penetración gigantesca en la formación de nuestra cultura”.
“Lo segundo es que hemos abandonado a nuestros niños, es decir, no tenemos contenidos infantiles, generados por nosotros para que sean transmitidos por la televisión abierta. Y lo tercero es que si bien la televisión transmite algunos contenidos que están destinados a niños, no ha tomado en consideración el cambio de hábitos de la familias que es sumamente importante. Hoy los niños llegan a la casa después de una jornada completa en el colegio y ven televisión chilena que es principalmente telenovelas, noticiarios y programas nocturnos que normalmente transmiten contenidos para adultos. Eso lleva a los niños a migrar hacia otras plataformas y en ellas, más del 70 por ciento de los padres reconoce no saber lo que ellos están viendo “, dijo la abogada y ex ministra de Bienes Nacionales.
Detrás del Óscar
Gabriel Osorio, director del cortometraje Historia de un oso, es especialmente crítico de la situación que viven las producciones infantiles nacionales en cuanto a su transmisión en los canales abiertos. Según señaló, los apoyos existen, sin embargo, el problema guarda relación con cómo difundir las producciones. “El contenido de los programas está definido por el ráting y los programas infantiles no destacan por tener un gran ráting, entonces, ahí hay un tema”, puntualizó el realizador.
En ese sentido, sostiene que desde Punkrobot, estudio de grabación que dirige junto a Antonia Herrera, María Elisa Soto-Aguilar y Patricio Escala, la apuesta ha sido la de trabajar tanto en medios nacionales como internacionales. De acuerdo a ello, Netflix ha sido una de las plataformas escogidas para su promoción.
Gabriel Osorio también indicó que el reconocimiento obtenido con el Óscar en 2014 no implicó un cambio en cuanto a la valoración del trabajo ligado a las producciones infantiles. Sobre esto, dijo que aún existe un largo camino que recorrer respecto de cómo hoy se promocionan los contenidos para niños y niñas.
“Con Historia de un oso se marcó un antes y un después en términos del apoyo a la animación, pero no se ha notado un interés en desarrollar áreas infantiles que van más allá de la animación, que hayan secciones que sean solo para niños ha sido muy poco en el fondo”, afirmó.
Sin espectador futuro ni canal cultural
Durante años, la académica de la Universidad de Chile, Lorena Antezana, ha monitoreado las transformaciones de la programación televisiva nacional. Desde ahí ha constatado que el cambio respecto del contenido infantil comenzó, por lo menos, en 2009, cuando se experimentó el auge de la televisión por cable. No obstante, según comentó, también incidió otro factor: la reforma educacional que extendió la jornada de clases. Esto hizo suponer que ya no existía un público infantil en las casas, lo que, en definitiva, hizo que la televisión dejara de considerar este segmento de forma paulatina.
“Actualmente, hay muy pocos matices entre uno y otro canal. Entonces, hay un gran potencial educativo que se está perdiendo”, dijo la experta.
Para Antezana esta situación es grave, toda vez que no se está pensando en un espectador a futuro. De acuerdo a ello, advirtió: “La televisión es como lavarse los dientes, es un hábito cotidiano, por lo tanto, puedes tener a muchas personas que, aunque tengan cien canales a su disposición, van a seguir viendo lo mismo, porque sólo aprendieron a ver esos canales. Ese es el problema de nuestra televisión”.
Asimismo, la académica recalca que las sanciones del CNTV muchas veces terminan beneficiando a los canales. “El mismo problema va a incentivar las audiencias”, sostuvo la académica de la Universidad de Chile.
Según la investigadora, este escenario es lamentable, sobre todo porque Chile cuenta con un panorama riquísimo en propuestas audiovisuales: “Se han ganado muchos premios y hay producciones de altísima calidad, pero estos contenidos no son un negocio para los anunciadores, por lo tanto, se privilegian otro tipo de programas”.
“El problema es que el Estado hace mucho tiempo decidió que había que dejarlo todo a la libre competencia, por lo tanto, no tiene muchas políticas en relación a estos espacios”, agregó la académica, para quien una de las soluciones estaría en el proyecto de canal cultural que, desde 2015 se encuentra en el Congreso.
“Este proyecto es súper interesante como apuesta, pero implica un cambio de mentalidad. La apuesta es no hacer un canal cultural en la lógica de la cultural tradicional, sino atreverse a hacer cambios y, de alguna manera, ir paulatinamente cautivando a las audiencias, porque todos estos cambios son de mediano y largo plazo. El tener un canal con una oferta muy atractiva no va a garantizar por sí solo el tener audiencia”, recalcó.
De esta manera, la investigadora señaló que es importante que se reinstale en el debate público qué tipo de televisión queremos y cómo aprovechar los espacios desde una perspectiva educativa. Aún así indicó que aún quedan muchos desafíos que abordar y que el tema de fondo es cómo el Estado regula la situación: “Mientras no exista una política que, efectivamente, se haga cargo del problema va a ser muy difícil cambiar la mentalidad de quienes están a cargo de la administración de estos canales”, concluyó.